Cuando era pequeña llegaron a mi casa dos preciosos gatos llamados Chupi y Manolo. Ellos se han criado junto a mí, les he enseñado, y yo he aprendido de ellos lo bien que se puede hablar sin mover los labios, sólo con el corazón.
Hemos jugado juntos, he dormido a su lado, y sobre todo, he tenido el placer de sentir lo que es olvidar cómo es un gato y convertirlo en algo más valioso, en alguien de mi familia.
Han pasado ya cinco años y ese sentimiento de cariño sigue en mi corazón. Me siento orgullosa de ellos, y con sólo 16 años ya siento el honor de haber conocido a los mejores seres humanos que han pisado la Tierra, porque cuando se quiere a alguien ese alguien toma formas inesperadas en los corazones de quienes les aman.
Hemos jugado juntos, he dormido a su lado, y sobre todo, he tenido el placer de sentir lo que es olvidar cómo es un gato y convertirlo en algo más valioso, en alguien de mi familia.
Han pasado ya cinco años y ese sentimiento de cariño sigue en mi corazón. Me siento orgullosa de ellos, y con sólo 16 años ya siento el honor de haber conocido a los mejores seres humanos que han pisado la Tierra, porque cuando se quiere a alguien ese alguien toma formas inesperadas en los corazones de quienes les aman.
María Mercedes Tomás. Diver 1
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