domingo, 25 de abril de 2010

Premios del Concurso Literario 2010

Enhorabuena a los ganadores y a todos los que habéis participado un año más en el concurso literario del Centro.

Os esperamos a todos el miércoles 28 a las 13:00h para la fiesta de entrega de los premios. Como sabéis este año va a ser muy especial, para ello estamos preparando varias sorpresas.



viernes, 23 de abril de 2010

Día Mundial del Libro



Los dos reyes y los dos laberintos

Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de -Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo a1 rey de Babilonia que él en Arabia tenía un laberinto mejor y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "¡Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras, que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso."

Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea Aquel que no muere.

Jorge Luis Borges



Un sueño

Josef K. soñó:

Era un día hermoso, y K. quiso salir a pasear Pero apenas dió dos pasos, llegó al cementerio. Vió numerosos e intrincados senderos, muy numerosos y nada prácticos; K. flotaba sobre uno de esos senderos como sobre un torrente , en un inconmovible deslizamiento. su mirada advirtió desde lejos el montículo de una tumba recién cubierta, y quiso detenerse a su lado. Esse montículo ejercía sobre él casi una fascinación, y le parecía que nunca podría acercarse demasiado rápidamente. De pronto, sin embargo, la tumba casi desaparecía de la vista, oculta por estandartes que flameaban y se entrechocaban con fuerza; no se veía a los portadores de los estandartes, pero era como si allí reinara un gran júbilo

Todavía buscaba a la distancia, cuando vió de pronto la misma sepultura a su lado, cerca del camino; pronto la dejaría atrás. Salto rápidamente al césped. Pero como en el momento del salto el sendero se movía velozmente bajo sus pies, se tambaleó y cayó de rodillas justamente frente a la tumba. Detrás de ésta había dos hombres que sostenían una lápida en la tierra, donde quedó sólidamente asegurada. Entonces surgió de un matorral un tercer hombre, en quién K. inmediatamente reconoció a un artista. Sólo vestía pantalones y una camisa mal abotonada; en la cabeza tenía una gorra de terciopelo; en la mano un lápiz común, con el que dibujaba figuras en el aire mientras se acercaba
Apoyó ese lápiz en la parte superior de la lápida; la lápida era muy alta; el hombre no necesitaba agacharse, pero si inclinarse hacia adelante, porque el montículo de tierra (que evidentemente no quería pisar) lo separaba de la piedra. Estaba en puntas de pie y se apoyaba con la mano izquierda en la superficie de la lápida. mediante un prodigio de destreza logró dibujar con un lápiz común letras doradas y escribió: "Aquí yace". Cada una de las letras era clara y hermosa, profundamente inscripta y de oro purísimo Cuando hubo escrito las dos palabras, se volvió hacia K. que sentía gran ansiedad por saber cómo seguiría la inscripción, apenas se preocupaba por el individuo y sólo miraba la lápida. EL hombre se dispuso nuevamente a escribir, pero no pudo, algo se lo impedía; dejo caer el lápiz y nuevamente se volvió hacia K.

Esta vez K. lo miró y advirtió que estaba profundamente perplejo, pero sin poder explicarse el motivo de su perplejidad. Toda su vivacidad anterior había desaparecido. Esto hizo que también K. comenzara a sentirse perplejo; cambiaban miradas desoladas; había entre ellos algún odioso malentendido, que ninguno de los dos podía solucionar. Fuera de lugar, comenzó a repicar la pequeña campana de la capilla fúnebre, pero el artista hizo una señal con la mano y la campana cesó. Poco después comenzó nuevamente a repicar; esta vez con mucha suavidad y sin insistencia; inmediatamente cesó; era como si solamente quisiera probar su sonido. K. estaba preocupado por la situación del artista, comenzó a llorar y sollozó largo rato en el hueco de sus manos. El artista esperó que K. se calmara y luego decidió , ya que no encontraba otra salida, proseguir su inscripción . El primer breve trazo que dibujó fué un alivio para K. pero el artista tuvo que vencer evidentemente una extraordinaria repugnancia antes de terminarlo; además, la inscripción no era ahora tan hermosa, sobre todo parecía haber mucho menos dorado, los trazos se demoraban, pálidos e inseguros; pero la letra resultó bastante grande. Era una J.; estaba casi terminada ya, cuando el artista, furioso, dió un puntapié contra la tumba y la tierra voló por los aires. Por fin comprendió K.; era muy tarde para pedir disculpas; con sus diez dedos escarbó en la tierra, que no le ofrecía ninguna resistencia; todo parecía preparado de antemano; sólo para disimular, habían colocado esa fina capa de tierra; inmediatamente se abrió debajo de él un gran hoyo, de empinadas paredes, en el cual K. impulsado por una suave corriente que lo colocó de espaldas, se hundió. Pero cuando ya lo recibía la impenetrable profundidad esforzándose todavía por erguir la cabeza, pudo ver su nombre que atravesaba rápidamente la lápida, con espléndidos adornos.

Encantado con esta visión, se despertó.

Franz Kakfa

jueves, 22 de abril de 2010

Paseo por Orihuela

El miércoles pasado los alumnos de 4º de la ESO recorrimos las calles de Orihuela para recordar a Miguel Hernández. Fue un paseo grato porque vimos su casa y los sitios que él frecuentaba. Nos empapamos de sus vivencias y respiramos el aroma de su ciudad; leímos sus poemas y sentimos al poeta alicantino más cercano.


Por las calles voy dejando
algo que voy recogiendo:
pedazos de vida mía
venidos desde muy lejos.

Miguel Hernández.







Cuando paso por tu puerta,
la tarde que viene a herir
con su hermosura desierta
que no acaba de morir.
Tu puerta no tiene casa
ni calle: tiene un camino,
por donde la tarde pasa
como un agua sin destino.
Tu puerta tiene una llave
que para todos rechina.
En la tarde hermosa y grave,
ni una sola golondrina.
Hierbas en tu puerta crecen
de ser tan poco pisada.
Todas las casas padecen
sobre la tarde abrasada.

Miguel Hernández


Como la higuera joven
de los barrancos eras.
Y cuando yo pasaba
sonabas en la sierra.
Como la higuera joven,
resplandeciente y ciega.
Como la higuera eres.
Como la higuera vieja.
Y paso, y me saludan
silencio y hojas secas.
Como la higuera eres
que el rayo envejeciera.

Miguel Hernández

viernes, 16 de abril de 2010

Visita a la Orihuela de Miguel Hernández


El pasado miércoles, 14 de abril, Día de la República, los alumnos de 1º de Bachillerato fueron de excursión a Orihuela con la intención de conocer aquellos lugares de la ciudad más íntimamente relacionados con el poeta Miguel Hernández. Acompañados por Iván, un guía excepcional, visitaron la casa del poeta, el colegio de Santo Domingo y la Catedral de Orihuela.

Hubo alumnos que incluso se atrevieron a recitar algún poema delante de la famosa higuera situada en el patio de la casa de Miguel: Mariano Ibáñez leyó La palmera, Edgar Villena, El rayo que no cesa y Patricia Alcañiz, La canción del esposo soldado.

La visita forma parte de las actividades programadas para conmemorar el centenario del nacimiento del poeta cabrero de Orihuela.

Son muchos los motivos por los que debemos reivindicar la memoria de Miguel Hernández y Pablo Neruda ha sido uno de los que mejor lo ha expresado:

"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!"

Pablo Neruda

Sobre Miguel Hernández


Para leer y hacer versos, como para trabajar,
es necesario (¿verdad?) amor.

Miguel Hernández




Fotos de la conferencia de ayer donde nos volvimos a reencontrar con la figura del poeta del amor y del compromiso social y político, el poeta más próximo a todos nosotros.

Como Juan Ramón Jiménez, deseamos que no se pierda su voz, su aliento joven de España.

miércoles, 14 de abril de 2010

Conferencia sobre Miguel Hernández


Entre los actos para conmemorar el Centenario de Miguel Hernández mañana asistiremos a la conferencia de Vicente Pina, amante de los libros y conocedor de la obra hernandiana.

Seguro que aprenderemos algo nuevo sobre el poeta oriolano y recordaremos algunas cosas aprendidas pero olvidadas.

domingo, 4 de abril de 2010

Hans Christian Andersen


El día 2 se conmemoró el nacimiento de Hans Christian Andersen (1805- 1875), escritor danés y autor de cuentos como El patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, Las zapatillas rojas, El soldadito de plomo, El ruiseñor, El sastrecillo valiente, La sirenita y otros 140 cuentos más con los que todos hemos dormido y soñado en nuestra infancia.

Andersen identificó sus personajes con valores, vicios y virtudes para, valiéndose de elementos fabulosos, reales y autobiográficos, como en el cuento El patito feo, describir la eterna lucha entre el bien y el mal y reflexionar sobre la justicia, la supremacía del amor sobre el odio y de la persuasión sobre la fuerza; en sus relatos, los personajes más desvalidos se someten pacientemente a su destino hasta que el cielo, en forma de héroe, hada madrina u otro ser fabuloso, acude en su ayuda y la virtud es premiada.

La maestría y la sencillez expositiva logradas por Andersen en sus cuentos no sólo contribuyeron a la rápida popularización de éstos, sino que consagraron a su autor como uno de los grandes genios de la literatura universal.


El Abecedario




Érase una vez un hombre que había compuesto versos para el abecedario, siempre dos para cada letra, exactamente como vemos en la antigua cartilla. Decía que hacía falta algo nuevo, pues los viejos pareados estaban muy sobados, y los suyos le parecían muy bien. Por el momento, el nuevo abecedario estaba sólo en manuscrito, guardado en el gran armario-librería, junto a la vieja cartilla impresa; aquel armario que contenía tantos libros eruditos y entretenidos. Pero el viejo abecedario no quería por vecino al nuevo, y había saltado en el anaquel pegando un empellón al intruso, el cual cayó al suelo, y allí estaba ahora con todas las hojas dispersas. El viejo abecedario había vuelto hacia arriba la primera página, que era la más importante, pues en ella estaban todas las letras, grandes y pequeñas. Aquella hoja contenía todo lo que constituye la vida de los demás libros: el alfabeto, las letras que, quiérase o no, gobiernan al mundo. ¡Qué poder más terrible! Todo depende de cómo se las dispone: pueden dar la vida, pueden condenar a muerte; alegrar o entristecer. Por sí solas nada son, pero ¡puestas en fila y ordenadas!... Cuando Nuestro Señor las hace intérpretes de su pensamiento, leemos más cosas de las que nuestra mente puede contener y nos inclinamos profundamente, pero las letras son capaces de contenerlas.

Pues allí estaban, cara arriba. El gallo de la A mayúscula lucía sus plumas rojas, azules y verdes. Hinchaba el pecho muy ufano, pues sabía lo que significaban las letras, y era el único viviente entre ellas.

Al caer al suelo el viejo abecedario, el gallo batió de alas, se subió de una volada a un borde del armario y, después de alisarse las plumas con el pico, lanzó al aire un penetrante quiquiriquí. Todos los libros del armario, que, cuando no estaban de servicio, se pasaban el día y la noche dormitando, oyeron la estridente trompeta. Y entonces el gallo se puso a discursear, en voz clara y perceptible, sobre la injusticia que acababa de cometerse con el viejo abecedario.

-Por lo visto ahora ha de ser todo nuevo, todo diferente -dijo-. El progreso no puede detenerse. Los niños son tan listos, que saben leer antes de conocer las letras. «¡Hay que darles algo nuevo!», dijo el autor de los nuevos versos, que yacen esparcidos por el suelo. ¡Bien los conozco! Más de diez veces se los oí leer en alta voz. ¡Cómo gozaba el hombre! Pues no, yo defenderé los míos, los antiguos, que son tan buenos, y las ilustraciones que los acompañan. Por ellos lucharé y cantaré. Todos los libros del armario lo saben bien. Y ahora voy a leer los de nueva composición. Los leeré con toda pausa y tranquilidad, y creo que estaremos todos de acuerdo en lo malos que son.
A. Ama
Sale el ama endomingada
por un niño ajeno honrada.

B. Barquero
Pasó penas y fatigas el barquero,
mas ahora reposa placentero.

-Este pareado no puede ser más soso. -dijo el gallo- Pero sigo leyendo.

C. Colón
Se lanzó Colón al mar ingente,
y se ensanchó la tierra enormemente.

D. Dinamarca
De Dinamarca hay más de una saga bella,
no cargue Dios la mano sobre ella.

-Muchos encontrarán hermosos estos versos -observó el gallo- pero yo no. No les veo nada de particular. Sigamos.

E. Elefante
Con ímpetu y arrojo avanza el elefante,
de joven corazón y buen talante.

F. Follaje
Se despoja el bosque del follaje
en cuanto la tierra viste el blanco traje.

G. Gorila
Por más que traigáis gorilas a la arena,
se ven siempre tan torpes, que da pena.

H. Hurra
¡Cuántas veces, gritando en nuestra tierra,
puede un «hurra» ser causa de una guerra!

-¡Cómo va un niño a comprender estas alusiones! -protestó el gallo-. Y, sin embargo, en la portada se lee: «Abecedario para grandes y chicos». Pero los mayores tienen que hacer algo más que estarse leyendo versos en el abecedario, y los pequeños no lo entienden.
¡Esto es el colmo! Adelante!

J. Jilguero
Canta alegre en su rama el jilguero,
de vivos colores y cuerpo ligero.

L. León
En la selva, el león lanza su rugido;
verlo luego en la jaula entristecido.

M. Mañana (sol de)
Por la mañana sale el sol muy puntual,
mas no porque cante el gallo en el corral

Ahora las emprende conmigo -exclamó el gallo-. Pero yo estoy en buena compañía, en compañía del sol. Sigamos.

N. Negro
Negro es el hombre del sol ecuatorial;
por mucho que lo laven, siempre será igual.

O. Olivo
¿Cuál es la mejor hoja, lo saben? A fe,
la del olivo de la paloma de Noé.

P. Pensador
En su mente, el pensador mueve todo el mundo,
desde lo más alto hasta lo más profundo.

Q. Queso

El queso se utiliza en la cocina,
donde con otros manjares se combina.

R. Rosa
Entre las flores, es la rosa bella
lo que en el cielo la más brillante estrella.

S. Sabiduría
Muchos creen poseer sabiduría
cuando en verdad su mollera está vacía.

-¡Permitidme que cante un poco! -dijo el gallo-. Con tanto leer se me acaban las fuerzas. He de tomar aliento -. Y se puso a cantar de tal forma, que no parecía sino una corneta de latón. Daba gusto oírlo - al gallo, entendámonos -. Adelante.

T. Tetera
La tetera tiene rango en la cocina,
pero la voz del puchero es aún más fina.

U. Urbanidad
Virtud indispensable es la urbanidad,
si no se quiere ser un ogro en sociedad.

Ahí debe haber mucho fondo -observó el gallo-, pero no doy con él, por mucho que trato de profundizar.

V. Valle de lágrimas
Valle de lágrimas es nuestra madre tierra.
A ella iremos todos, en paz o en guerra.

-¡Esto es muy crudo! -dijo el gallo.

X. Xantipa

-Aquí no ha sabido encontrar nada nuevo:
En el matrimonio hay un arrecife, al que Sócrates da el nombre de Xantipe.
-Al final, ha tenido que contentarse con Xantipe.

Y. Ygdrasil
En el árbol de Ygdrasil los dioses nórdicos vivieron,
mas el árbol murió y ellos enmudecieron.

-Estamos casi al final -dijo el gallo-. ¡No es poco consuelo! Va el último:

Z. Zephir
En danés, el céfiro es viento de Poniente,
te hiela a través del paño caliente.

-¡Por fin se acabó! Pero aún no estamos al cabo de la calle. Ahora viene imprimirlo. Y luego leerlo. ¡Y lo ofrecerán en sustitución de los venerables versos de mi viejo abecedario! ¿Qué dice la asamblea de libros eruditos e indoctos, monografías y manuales? ¿Qué dice la biblioteca? Yo he dicho; que hablen ahora los demás.

Los libros y el armario permanecieron quietos, mientras el gallo volvía a situarse bajo su A, muy orondo.

-He hablado bien, y cantado mejor. Esto no me lo quitará el nuevo abecedario. De seguro que fracasa. Ya ha fracasado. ¡No tiene gallo!


Si te ha gustado El Abecedario y quieres leer otros cuentos de Andersen puedes hacerlo aquí.


sábado, 3 de abril de 2010

Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil



Un libro te espera, ¡búscalo!”

El 2 de abril se celebró el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Desde 1967, el IBBY (Organización Internacional para el Libro Juvenil), lo viene conmemorando aprovechando el aniversario del nacimiento de Hans Christian Andersen (1805-1875).

Cada año, un país miembro del IBBY es el encargado de editar el cartel anunciador y el mensaje dirigido a todos los niños del mundo. Este año, esa tarea le ha correspondido a España.

Del cartel se ha encargado Noemí Villamuza y del manifiesto Eliacer Cansino.



Manifiesto

Había una vez
un barquito chiquitito,
que no sabía,
que no podía
navegar.
Pasaron un, dos, tres,
cuatro, cinco, seis semanas,
y aquel barquito,
y aquel barquito
navegó.

Se aprende a jugar antes que a leer. Y a cantar. Los niños de mi tierra entonábamos esta canción cuando aún ninguno sabíamos leer. Nos juntábamos en corro en la calle y, disputándonos las voces con los grillos del verano, cantábamos una y otra vez la impotencia del barquito que no sabía navegar.

A veces fabricábamos barquitos de papel y los poníamos en los charcos y los barquitos se hundían sin conseguir alcanzar ninguna costa.

Yo también era un barco pequeño fondeado en las calles de mi barrio. Pasaba las tardes en una azotea mirando ocultarse el sol por el poniente, y barruntaba a lo lejos –no sabía aún si a lo lejos del espacio o a lo lejos del corazón– un mundo maravilloso que se extendía más allá de donde alcanzaba mi vista.

Sigue leyendo y como dice Eliacer Cansino al final de su manifiesto …no esperes más, alarga tu mano, toma un libro, ábrelo, lee: descubrirás, igual que en la canción de mi infancia, que no hay barco, por pequeño que sea, que en poco tiempo no aprenda a navegar.