Todo
empezó aquella noche en la que estaba leyendo ese libro tan especial, me
gustaba tanto leerlo que parecía incapaz de quitarle la mirada de encima. Nunca
llegué a recordar el momento en el que dejé de leer, solo sé que pasó algo
extraordinario.
A la mañana siguiente al despertarme me di cuenta de que no
estaba en mi cama, ni en mi habitación, ni en mi casa, ni en mi ciudad, estaba
en aquel bosque con aquella preciosa catarata que aparecía en el cuento. En cuanto
salí de mi desconcierto decidí ir a buscar ayuda, aunque aquello estaba muy
bien, yo quería volver a mí casa. Encontré a un simpático enanito y le dije:
- Por
favor, ¿me podría indicar el camino para salir de este bosque y llegar a mi casa?
-
Perdóneme señorita, pero es que yo nunca he salido del bosque mágico, aunque quisiera no podría indicarle el
camino.- Dijo el enanito-. Pero si sé quién puede ayudarle, adentrándose en el
bosque vive Lumila. Ella le ayudará.
Y seguí
mi camino hacia el corazón del bosque, en busca de Lumila. Después de un largo
trayecto parecía que llegaba a su fin. A lo lejos vi un arcoíris que subía
hasta una espesa nube. Toqué el timbre y bajó una unicornia rosa y blanca. Yo
me sorprendí, ya que me esperaba una persona normal y corriente. Le pregunté:
- ¿Eres
Lumila?
- Sí, ¿quién me busca?, ¿y para qué?- Dijo
intrigada.
-
Perdóneme la grosería, mi nombre es Sara, he venido hasta aquí porque estoy
perdida; me acosté en mi cama como un día cualquiera y desperté en este bosque
junto a la catarata. Un simpático enanito me dijo que usted me ayudaría.
-No te
preocupes, te ayudaré en todo lo que esté en mi mano, pero salir de este bosque
no es nada fácil, tienes que ir hacía las fronteras donde te encontrarás con unos
seres. Cada uno de ellos te pedirá que hagas una prueba, si las superas con
éxito podrás volver a casa, si no… te quedarás cautiva del bosque durante toda
tu vida. Yo te acompañaré en el trayecto. – Me explicó.
-Vale lo
haré.- Respondí temerosa.
Aquella
noche Lumila me acogió en su casa del arcoíris, ya que no quería que pasara la
noche fuera. A la mañana siguiente partimos hacía nuestro destino. Cuando
llevábamos media hora de trayecto, nos encontramos con una especie de orugas
rosas gigantes. A mí me parecieron muy bonitas y quise ir a acariciarlas pero
antes de que pudiera hacerlo Lumila me lo impidió, y me dijo:
- No
debes fiarte del exterior, estas criaturas son malvadas, aprovechan su belleza
para quedarse con tu alma y tu vitalidad, este consejo te será muy útil para
las tres pruebas que tendrás que superar.
Yo me
quedé atónita, no sé exactamente por qué pero no respondí; seguí andando sin
decir ni una palabra. Al cabo de un buen rato de trayecto avistamos las
fronteras de aquel bosque, lo sabía porque Lumila me avisó en seguida y me
dijo:
- Este es
el árbol más sabio de todo el bosque, ya que es el mayor, él te formulará un
acertijo que tendrás que responder.
- Estoy
preparada.- Dije un poco titubeante.
- ¿Qué
nunca ves, nunca hueles, nunca tocas, pero siempre está junto a ti?- Preguntó
el sabio árbol.
Después
de un rato pensando, sin encontrar respuesta a tal acertijo me percaté de unas
hojas que se movían en la copa de un árbol y respondí entusiasmada:
- ¡El
viento!
Después
de haber terminado con éxito la prueba, el árbol me dio una llave, solo dijo
que la guardara bien. En seguida llegamos a la siguiente prueba, esta vez era
un centauro quien tenía que formular mi prueba, y dijo:
- Si eres
capaz de ir hacia el corazón del bosque y volver en menos de quince minutos
habrás superado la prueba.
Me creía
incapaz de llegar en ese tiempo, pero entonces lo intenté, corrí y corrí hasta
que no pude más, y cuando me di cuenta ya había llegado a mi línea de meta.
También el centauro me entregó una llave y en seguida llegué a mi otra prueba,
ahora me encontré con un simpático elfo que me dijo:
-Mi
prueba consiste en ver si conoces bien los seres de este bosque ¿Cuál de estos
dos seres crees que es el más peligroso?-Preguntó.
Entonces me
acordé de las palabras de Lumila y elegí al de aspecto más inofensivo, y
acerté; como en las otras pruebas, me dieron una llave. Me despedí de Lumila,
le di las gracias y a lo lejos vi una puerta, inserté las llaves, abrí y las
volví a guardar. De repente estaba en mi cama un poco confundida. Pensé que
todo había sido un sueño y en ese momento vi aquellas tres llaves y fue ahí
cuando lo comprendí todo.
ANIA TRIBALDOS CASTILLO 1.ºE