Hoy, como no me encontraba muy bien, me he quedado en casa, ya sabéis que tengo falta justificada. Pues bien, lo primero que he hecho, incluso antes de desayunar, pues mi dieta en estos momentos no me permite muchos excesos, ha sido encender el ordenador para repasar la prensa y comprobar, con tristeza, que en todas las portadas de los diarios aparecía la fatal noticia de la muerte de uno de mis escritores más admirados.
Miguel Delibes, gran novelista de la lengua castellana, muere a los 89 años en su casa de Valladolid, se podría decir que ésta ha sido una muerte anunciada por cuanto que su salud andaba muy maltrecha desde que, en 1989, le diagnosticaron un cáncer de colon.
Así lo contó él mismo:
Aunque viví hasta el año dos mil..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica de La Luz. Esto es, los últimos años literariamente no le sirvieron de nada.
El balance de la intervención quirúrgica fue desfavorable. Perdí todo: perdí hematíes, memoria, dioptrías, capacidad de concentración... En el quirófano entró un hombre inteligente y salió un lerdo. Imposible volver a escribir. Lo noté enseguida. No era capaz de ordenar mi cerebro. La memoria fallaba y me faltaba capacidad para concentrarme. ¿Cómo abordar una novela y mantener vivos en mi imaginación, durante dos o tres años, personajes con su vida propia y sus propias características? ¿Cómo profundizar en las ideas exigidas por un encargo de mediana entidad? Estaba acabado. El cazador que escribe se termina al tiempo que el escritor que caza. Me faltaban facultades físicas e intelectuales. Y los que no me creyeron y vaticinaron que escribiría más novelas después de El hereje se equivocaron de medio a medio. Terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad.
Entre 1941 y 1963 trabajó en el diario "El Norte de Castilla", del que fue caricaturista, redactor y director, cargo del que dimitió a causa de la censura.
Entre los numerosos galardones que ha recibido por su trabajo figuran el Premio Nadal (1947) por La sombra del ciprés es alargada; el Nacional de Literatura (1955), por Diario de un cazador; y el de la Crítica (1962), por Las ratas. En 1982 compartió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras con Gonzalo Torrente Ballester y en 1999 ganó el Premio Cervantes.
Fue elegido académico de la Lengua el 1 de febrero de 1973, allí pronunció su discurso de ingreso "El sentido del progreso desde mi obra" dedicado a la defensa de la naturaleza, otra de sus grandes pasiones.
Muchas de sus novelas han sido adaptadas al cine, la televisión o el teatro, como El camino (1963), de Ana Mariscal; La guerra de papá (1977), de Antonio Mercero; Los santos inocentes (1984), de Mario Camus; Una pareja perfecta (1997), de Francesc Betriu; o El disputado voto del señor Cayo (1986) y Las ratas (1998), películas ambas de Antonio Giménez Rico.
Dentro de la escena queda el recuerdo de sus Cinco horas con Mario, monólogo interpretado por Lola Herrera, o Las guerras de nuestros antepasados, con Manuel Galiana.
Sus cuatro últimas obras han sido El hereje (1998), los ensayos España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela (2004) y La tierra herida (2005, al alimón con su hijo Miguel) y Viejas historias y cuentos completos (2006).
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